El anuncio de la fórmula de Cambiemos y el impacto directo en bonos y riesgo país es un claro ejemplo de la relación intrínseca que, como vasos comunicantes, la economía política y el mercado de capitales se conectan a través de una relación directa entre ambos. Los indicadores que permiten medir la fortaleza del mercado de capitales, su profundidad, la capitalización y el porcentaje de la población que invierte sus ahorros en él, arrojan actualmente resultados desalentadores en el caso argentino; no solo en comparación con el mundo desarrollado, sino también con países vecinos, como Brasil, Chile, Perú o Colombia, que tienen mercados comparativamente más evolucionados. Sin embargo, podemos mirar el vaso lleno: si hay cambio cultural, crecimiento se dará de forma natural.
En
países altamente desarrollados como EE.UU. o Japón, por ejemplo, existe una
relación de 20 a 1; con nuestros vecinos, de 3 o 4 a 1. La contracara de estas
cifras negativas es la enorme posibilidad de crecimiento del mercado de capitales
en la hipótesis de un desarrollo importante de nuestra economía. El abandono de
la irracional política en que incurrió repetidamente nuestro país, bajo
gobiernos de distinto signo político consistente en atrasar deliberadamente el
tipo de cambio, favoreciendo desmedidamente el consumo en detrimento de la
rentabilidad empresarial y, consecuentemente, la inversión. Nuestro país quedó
atrapado en el último medio siglo en un péndulo vicioso de cortos períodos de
crecimiento con largos períodos de contracción o estancamiento.
En la literatura económica, este tipo de comportamiento se denomina stop and
go, que caracteriza a aquellas economías con insuficientes ventajas
competitivas en su comercio exterior, por sobrecostos fiscales, laborales,
logísticos y financieros, que siguen una política cambiaria errónea de tipo de
cambio controlado o con ajustes periódicos inferiores a la inflación observada.
Todo esto sumado a un régimen de alta inflación debido a la monetización de
altos déficits fiscales sin mercados de capitales con la profundidad suficiente
(que permitiría su financiamiento no inflacionario), lo que genera atraso
cambiario, pérdida y agotamiento de reservas, crisis, devaluación y recesión.
Luego de un cierto período de tiempo, las variables se reacomodan y la economía
vuelve a crecer, recuperando parcialmente lo perdido en la etapa contractiva
previa. A medida que la economía se desarrolle aumentará la importancia del
mercado de capitales en la financiación empresaria. En los países más
desarrollados, la fuente principal de financiamiento de las empresas es el
mercado de capitales. En los países menos desarrollados, especialmente en
América Latina, las empresas se financian principalmente en el sistema
bancario.
No existe unanimidad respecto de cuál de las dos variables explica a la otra:
algunos autores opinan que el desarrollo económico hace que crezca el mercado
de capitales mientras que otros sostienen que, si éste crece, aumenta el
financiamiento de las empresas, lo que permite desarrollar la economía. En
EE.UU., el 70% de la población invierte directa o indirectamente en el mercado.
En Argentina, hablamos de un 3%.
Mientras más argentinos inviertan en el mercado de capitales local, menos
dependientes seremos de los más volátiles flujos internacionales de capital.
Debemos evitar el estrangulamiento del mercado. Es crucial promover el ingreso
al mercado de todo tipo de empresas, sobre todo de pymes del interior del país.
Es prioritario pasar de un mercado de unos pocos a uno popular y de uno especulativo
a otro que financie el crecimiento de la producción y el empleo. Argentina
necesita una banca pública que sea un aliado y socio estratégico de las
empresas, con una mirada de largo plazo y enfocado en proveer los mejores y más
modernos instrumentos financieros que contribuyan a maximizar la producción, el
empleo y los salarios.
Gustavo
Viturro
Consejo de Asesores
Argentina Valores SA